La desigualdad es persistente y obstaculiza el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y, en definitiva, las posibilidades del desarrollo. Con el fin de reducir la desigualdad deben aplicarse políticas universales que presten también especial atención a las necesidades de las poblaciones desfavorecidas y marginadas.
Las desigualdades amenazan el desarrollo y el crecimiento económico, afectan la reducción de la pobreza y pueden llegar a incrementar los niveles de violencia, enfermedades y degradación del medio ambiente.