En la ciudad de Caaguazú, el 14 de setiembre tuvo lugar el Foro Hablemos de Cambio Climático, con la participación de representantes de organizaciones campesinas y autoridades locales. En la oportunidad Víctor Imas, sociólogo e investigador del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP), tuvo a su cargo el desarrollo del concepto de cambio climático y sus efectos sobre la Agricultura Familiar Campesina. Compartimos en esta nota parte de su presentación.
“Entendemos como cambio climático a la variación del clima – humedad, lluvia, sequía, etc.- debido a un aumento global de la temperatura por el llamado efecto invernadero. Este efecto está empeorando con el uso de energías no renovables, actividades agropecuarias con la deforestación, el transporte y la industria con la emisión de gases, y sobre todo, con los mismos residuos que generamos. Hasta el 1900 la temperatura promedio del planeta prácticamente se mantuvo y con el proceso de industrialización y desarrollo de nuestro sistema, fue subiendo. En este siglo que iniciamos, la temperatura del planeta puede llegar a calentarse 3 grados más. Si esto llega a suceder, no hay vuelta atrás y el efecto va a ser devastador. ¿Por qué? Porque supone una pérdida generalizada de la biodiversidad con la desaparición de formas de vida. Si bien afecta a todos los países, afecta más a los menos desarrollados y sobre todo a la población más pobre y más vulnerable”.
En referencia a la situación de Paraguay con relación al cambio climático, advirtió sobre la fragilidad de los recursos naturales, como el agua que ve amenazada su disponibilidad per cápita con las grandes extracciones para el riego de cultivos extensivos y por la contaminación debido al modelo productivo imperante. Si bien, aclara que “Tenemos una ley de recursos hídricos para regular la gestión sustentable de todas las aguas que tenemos en nuestro país. Esta ley es muy importante porque plantea que el acceso al agua es un derecho humano”.
Imas explicó que de acuerdo a datos oficiales, continuamos con una alta tasa de deforestación que ronda por las 180 mil hectáreas al año, ubicándonos entre los países tropicales con más deforestación en el mundo. Además las grandes quemas que están ocurriendo ponen en riesgo la preservación del ecosistema y biodiversidad de las más de 6 millones de hectáreas protegidas.
Señaló que como país tenemos grandes potencialidades pero también contradicciones y vulnerabilidades. “Somos altamente dependientes del sector agropecuario, tanto para la exportación como para el consumo alimentario. Contradictoriamente estamos marchando hacia una dependencia alimentaria; cada vez se importan más frutas y verduras. Si bien tenemos una tierra fértil para producir, esta tierra se encuentra altamente concentrada en pocas manos”.
“Otro elemento muy importante es que tenemos una enorme oferta de energía renovable, que es la energía hidroeléctrica con 71%, sin embargo caemos en una enorme contradicción a la hora del consumo de la misma, ya que utilizamos 44% de energía de biomasa o vegetal, 40% de origen de petróleo y solamente 15,7% es nuestro consumo hidroeléctrico”.
Imas recordó que una importante parte de la población del Paraguay vive en zonas rurales (alrededor de 2.800.000 personas) y como esta población todavía tiene mucha incidencia en la pobreza, en la desigualdad y vulnerabilidad. “El cálculo que se hace de los índices de vulnerabilidad en nuestro país con relación al cambio climático, lo ubican en el 8vo puesto de 33 países de América Latina y el Caribe. Estamos en el puesto número 8 entre los países más vulnerables al cambio climático en América Latina y el Caribe y somos considerados como país con vulnerabilidad extrema junto con Bolivia en América del Sur”.
Con respecto a cómo afecta el Cambio Climático a la Agricultura Familia Campesina, Imas comentó: “El comportamiento del clima es un elemento fundamental. Lo que está sucediendo ahora afecta a todos los proceso productivos, desde que nos preguntamos: ¿Qué vamos a cultivar? La variabilidad del cambio climático ha traído infinidad de nuevas plagas y enfermedades en el proceso productivo. A la hora de hacer el mercadeo de los productos también hay problemas, las frutas y hortalizas que necesitamos llevar al mercado necesitan de mayor cuidado por el calor o los bichos que les afectan. Tampoco tenemos caminos de todo tiempo para poder sacar los productos de las comunidades luego de lluvias excesivas”
“La incertidumbre en los procesos productivos genera un aumento en los costos de producción, entonces debemos pensar de otra manera, cultivar de otra manera y a veces los costos aumentan, ya sea en el tratamiento del suelo, infraestructura, riego y también para preparar las condiciones para enfrentar las plagas y enfermedades. Es más costoso producir en estas condiciones”.
Ante esta realidad, ¿existen políticas públicas que contemplen mitigar las pérdidas sufridas por la Agricultura Familiar Campesina?
“Lamentablemente en Paraguay no tenemos una política de prevención y gestión de riesgo para enfrentar este problema en la Agricultura Familiar Campesina. Acompañar desde el Estado, primero, con una política para entender este problema, para prevenir, y luego cuando se da la situación, ya cómo enfrentar. Hay algunos intentos esporádicos de seguro agrícola en nuestro país, pero la mayoría que se plantea son seguros de mercado; y los pequeños productores por lo general no están en condiciones económicas para acceder a ese tipo de seguros. Esta política que debería ser integral, de prevención y de mitigar el problema cuando ya se da, en realidad en nuestro país todavía está ausente. Lo que hacemos es una política de apagar el fuego cada vez que se produce un problema. Esto se viene haciendo desde la década de los 90’, atender las crisis que se producen con la sequía, las heladas, las inundaciones.
El Banco Mundial calculó en el 2015 que en promedio en Paraguay se pierde más de 235 millones de U$ por la falta de esta política de prevención y gestión de riesgo. Por ejemplo, la sequía del 2011 significó para la Agricultura Familiar Campesina solo en la producción de mandioca una pérdida de 94 millones de U$ en todo el país. En el 2017, 116 mil hectáreas de cultivo frutihortícola fueron arruinadas con una pérdida estimada por el MAG de 25 millones de U$. Se pierde permanentemente ante la falta de una política de prevención y gestión de riesgos”.
Por último, Imas indicó que la Constitución Nacional garantiza a las personas habitar un ambiente saludable y ecológicamente equilibrado en el artículo 7, y el artículo 8 refiere que las actividades susceptibles de alterar el medio ambiente deberán ser reguladas y de sufrir alguna alteración ambiental, se deberá recomponer e indemnizar.
“Paraguay ratificó los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por las Naciones Unidas en el 2015. El Objetivo 13 Acción por el Clima, busca adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. En este sentido, Paraguay promulga la Ley 5.875/17 Nacional de Cambio Climático para contribuir con acciones que reduzcan la vulnerabilidad, mejoren la capacidad de adaptación y permitan el desarrollo de propuestas para mitigar los efectos. A partir de ahí se crea la Comisión Nacional de Cambio Climático para acompañar la Política Nacional de Cambio Climático y el Plan Nacional de Cambio Climático que son los dos instrumentos que se llevan adelante para trabajar este problema”.