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Agroecología y Crisis Climática

Soledad Martínez, marzo 2021
DECIDAMOS

La variabilidad del clima se viene manifestando en los últimos años a nivel global con fenómenos meteorológicos extremos. En nuestro país estamos experimentando la ocurrencia de eventos climáticos muy variables como sequías, lluvias torrenciales, tormentas, inundaciones, vientos huracanados. Existen evidencias de que el aumento de CO2, metano y otros gases de efecto invernadero generan el calentamiento global y con ello la crisis climática. (Altieri, Agroecología, 2015)

Las altas emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero son provocadas por actividades industriales intensivas, los medios de transporte basados en combustibles fósiles y el modelo de producción agropecuaria imperante basado en monocultivos transgénicos, intensa deforestación, ganadería extensiva y agricultura industrial, extendidas de manera irracional en todo tipo de ecosistemas.

Se estima que la agricultura es responsable de cerca del 14% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, un volumen similar al originado por el sector del transporte. Este 14%, sin embargo, no incluye las denominadas emisiones indirectas de la agricultura, como la energía gastada en la fabricación de fertilizantes, ni en la producción y utilización de maquinaria agrícola, ni en el transporte (de insumos y cosechas), por lo tanto también contribuye con las emisiones de los sectores de industria, energía y transporte. (Ecologistas en acción, 2010).

En nuestro país la agricultura industrial se expande año tras año. El área destinada a la producción de rubros del agronegocio (soja transgénica, trigo, maíz transgénico) en el 2019 fue de 5.746.000 hectáreas, en tanto la superficie ocupada por la agricultura campesina fue de 343.739 hectáreas. (Con la soja al cuello, 2020). Así también la ganadería ocupa cada vez más territorios para la cría de alrededor de 14 millones de cabezas vacunas. Estas dos actividades implican deforestación y conversión de suelos forestales a pasturas o agricultura química con la consiguiente emisión de gases de efecto invernadero.

El avance de la producción de soja y otros cultivos extensivos, conlleva la utilización de grandes cantidades de agrotóxicos que afectan la salud de las poblaciones campesinas e indígenas, contaminan el suelo, las fuentes de agua y el aire, erosiona la biodiversidad natural y al afectar drásticamente sus medios de vida, expulsa de sus territorios a comunidades enteras. Es decir, la agricultura empresarial contribuye al cambio climático, genera condiciones de pobreza y desigualdad, al tiempo de propiciar la reducción de la producción de alimentos tradicionales y contribuir a la inseguridad alimentaria.

La crisis climática y ambiental tiene indudablemente diversos efectos. Uno de ellos es la reducción de los rendimientos de los diversos cultivos y en consecuencia en la producción de alimentos. La variabilidad climática también genera cambios en las dinámicas de poblaciones de plagas de insectos, patógenos y especies invasoras que pueden agravar los efectos sobre la baja productividad de los cultivos.

Las comunidades campesinas e indígenas de nuestro país sienten con mucha fuerza el impacto de la variabilidad climática. La larga sequía del año pasado y posteriormente las tormentas, lluvias torrenciales e inundaciones que siguieron causaron grandes problemas en el desarrollo y productividad de los cultivos de la agricultura familiar campesina.

Frente a este panorama de crisis climática, que implica también una crisis alimentaria, es fundamental adaptar los sistemas productivos para mitigar la severidad de estos impactos creando condiciones de mayor resiliencia. En este escenario, la Agroecología ofrece las mejores condiciones de producción resiliente más allá de que emite menos gases de efecto invernadero y además aumenta la capacidad de absorción de carbono de los suelos.

Los sistemas agroecológicos promueven la agricultura local y la producción nacional de alimentos por campesinos y familias rurales y urbanas a partir de la innovación, los recursos locales y la energía solar. La agroecología trabaja con la diversificación productiva promoviendo interacciones benéficas de los diversos componentes del sistema (suelo, agua, bosques, animales, biodiversidad) propiciando la regeneración de la fertilidad del suelo, aumentando la productividad y la protección de los cultivos.

La sustentabilidad y la resiliencia de las unidades agroecológicas están relacionadas a la diversidad y la complejidad de los sistemas agrícolas agroecológicos, en los cuales se cultivan policultivos en vez de monocultivos, se hacen rotaciones que conservan la fertilidad de los suelos, se implementa agrosilvicultura, se usan semillas nativas y criollas que están adaptadas a las condiciones locales. Así también se aplican extractos botánicos y métodos naturales para manejar plagas y enfermedades y se hace un énfasis en mantener y mejorar las condiciones de fertilidad natural del suelo, aumentando el nivel de materia orgánica con el uso de compostaje, cultivo de abonos verdes de modo a mejorar la actividad biológica y la capacidad de retención de agua. (Altieri & Nicholls, Biodiversidad, 2007)

En el contexto que estamos viviendo, con la crisis climática sumada a la crisis sanitaria que golpea al país, la crisis económica agudizada y las dificultades para el acceso a la alimentación de un sector importante de la población, una decisión estratégica es fortalecer los sistemas agroecológicos existentes y propiciar su difusión como un mecanismo fundamental de producción de alimentos a nivel rural, urbano y periurbano.

Bibliografía
Altieri, M., y Nicholls, C (2007). Biodiversidad y manejo de plagas en agroecosistemas. Barcelona: Icaria editorial.
Altieri,M. (2015). Agroecología. Socla.
Base Is. (2020). Con la soja al cuello. Asunción: Base Is.
Ecologistas en acción. www.ecologistasenaccion.org. https:/ecologistasenaccion.org/19945/agricultura-y-cambio-climatico/

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